martes, 16 de junio de 2009

+11:39

Breve reseña de mi obra:

El vidrio integra al espectador y le da mayor profundidad a la obra que integra ambos espacios, el real y el de al obra misma quedando así el espectador en medio.

La pintura es un impacto directo como en publicidad pero en carácter de perderse en ella, esta ocupa un espacio y no transcurre formalmente como la música.

La brutalidad y la materia hacen luz cuando esta impacta sobre el soporte.

El grafismo es tomado de subtes y trenes que es donde mayormente se ven el carácter de cada autor y por lo que llevan consigo unas extrañas firmas que los individualiza y le da el gesto a cada tribu de grafiteros, su identificación tienen diferencias y códigos que se pueden leer desde el tren en movimiento.

Utilizo técnicas mixtas.

lunes, 30 de marzo de 2009

+0958

El pensamiento se articula se superpone y hace transición en mi cabeza.
R

domingo, 29 de marzo de 2009

La realidad

Pensar que la realidad no se puede agarrar ni tocar y solo está en el aire que la rodea...
Damián Rilo

sábado, 28 de marzo de 2009

Arte

http://arte.universiablogs.net/


El futuro que imaginaron los artistas en el último sigloLa reproducción documental de El Eternauta, de fines de los años 50, sintetiza una mirada anticipatoria Foto: LA NACION / Fabián Marelli

Laura Casanovas
LA NACION

Durante los últimos cien años, los artistas argentinos imaginaron el futuro. El proyecto de la Ciudad Hidroespacial, del consagrado Gyula Kosice, es emblemático: un hábitat urbano flotante compuesto por módulos habitables suspendidos por la energía extraída del agua.

La muestra El Futuro ya no es lo que Era -hasta el 30 de mayo en la Fundación Osde (Suipacha 658, primer piso)- permite recorrer los imaginarios de los artistas locales sobre el apasionante tema del futuro y cómo esta categoría temporal fue variando sus características. Mientras el futuro en 1910 era sinónimo de optimismo e instaba a seguir soñando, a pocos meses del Bicentenario parece ser escasa la capacidad de anticipación.

El curador Rodrigo Alonso agrupó las obras en relación con los conceptos de utopía, progreso y revolución. En 1936, el gran artista Xul Solar imaginó en una pintura una ciudad voladora con globos aerostáticos, debido al crecimiento de la población. En 2006, Marcelo Pombo pintó imágenes flotantes, pero de escombros y manifestaciones.

Una obra de Fabiana Barreda rinde homenaje al arquitecto Amancio Williams, quien buscaba transformar la vida y el destino de los hombres con sus proyectos. La utopía se encuentra también en los cuadros de Raquel Forner de astroseres y travesías intergalácticas.

La idea de progreso lleva a la era industrial. El cuadro Agua y energía (2002), de Daniel Santoro, se sirve de la imaginería del primer peronismo, mientras que la idea de progreso de los años 30 se observa en el trabajo fotográfico de Esteban Pastorino, que rescata la obra del arquitecto Francisco Salamone.

La revolución siempre buscó modificar un estado de cosas con miras a un futuro distinto. En la obra de Luis Felipe Noé ¿A dónde vamos? (1964), la idea de ruptura se da en el nivel formal de la obra, que se extiende más allá de los límites convencionales del marco. Elocuente en el contexto de pensar la revolución es una reproducción documental de la historieta El Eternauta .

Resultan reveladores, también, los hábitats de Luis Benedit, la papa como elemento transformador de Víctor Grippo, los universos ideales y pequeños de Sebastián Gordín, las manifestaciones sociales de Graciela Sacco, además de obras de Jorge de la Vega, Jorge Macchi, Daniel Ontiveros, Leonel Luna, Mariano Sardón, Lux Lindner y otros artistas.

El futuro no se piensa en la actualidad en relación con grandes proyectos sociales, sino en el nivel de la comunidad. De esta nueva y humana escala dan cuenta el proyecto Tramando , del diseñador Martín Churba, que hoy busca recuperar la labor de campesinos y aborígenes; Eloísa Cartonera, que reúne el trabajo de cartoneros con la literatura, y la Fundación ph15, que enseña fotografía a chicos como medio para su integración social.

nophoto

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El cuerpo digital

El cuerpo digital

18 Marzo 2009

pensamiento Sin comentarios »
  • “La piel ya no es la barrera inmutable que contiene y define el cuerpo en el espacio. Por el contrario, se ha convertido en un lugar de transmutación continua.” (Eduardo Kac. “El arte transgénico”)
  • El paradigma mecánico de la sociedad industrial viene siendo revertido y cuestionado por el desarrollo y avance de las tecnologías digitales, la biotecnología y la genética. El cuerpo-reloj –del que habla Paula Sibila -, modelado por la tradición mecanicista, es desplazado por el cuerpo digital: un cuerpo programable, dominable genética y biológicamente; un cuerpo sin mecanismos, pero con moléculas que se combinan, se suplantan, se agregan, se manipulan. El cuerpo y su funcionamiento devienen una abstracción. A las poleas, tornillos y tuercas –encarnados por los músculos, arterias y huesos-, el enfoque biológico opone el universo de lo microscópico, de la realidad algorítmica, del software en su más pura expresión.

    En la sociedad del siglo XXI el carácter orgánico y material del cuerpo humano es reemplazado por un ideal aséptico, virtual e inmortal. El “hombre software” apela a la manipulación, con el objeto de alcanzar parámetros de belleza idealizados, artificializados, manipulados por Photoshop y sus correlatos quirúrgicos.

    El siglo XXI trae consigo la irrupción del paradigma biológico para el cual el cuerpo es una entidad numérica. El genoma humano, compuesto por pares de bases, actualiza el carácter binario del universo digital. En él, todo es programable y manipulable a un nivel microscópico. El cuerpo es puro material biológico que puede ser alterado, clonado, manipulado. El cuerpo es información, lo que, en suma, termina por desmaterializarlo y ubicarlo en el universo de los datos puros.

    En el campo artístico esta reconfiguración de los paradigmas que involucran al cuerpo, plantea nuevas encrucijadas. Probablemente, en el campo del arte robótico traiga aparejada una reformulación de las estructuras corpóreas. Lo cierto es que, material o virtualmente, la hendidura que delimita los territorios del cuerpo y de lo intelectual sigue aún presente. Pareciera que la brecha resulta difícil de zanjar.




    Mariela Yeregui

    sábado, 14 de febrero de 2009