sábado, 28 de marzo de 2009

Arte

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El futuro que imaginaron los artistas en el último sigloLa reproducción documental de El Eternauta, de fines de los años 50, sintetiza una mirada anticipatoria Foto: LA NACION / Fabián Marelli

Laura Casanovas
LA NACION

Durante los últimos cien años, los artistas argentinos imaginaron el futuro. El proyecto de la Ciudad Hidroespacial, del consagrado Gyula Kosice, es emblemático: un hábitat urbano flotante compuesto por módulos habitables suspendidos por la energía extraída del agua.

La muestra El Futuro ya no es lo que Era -hasta el 30 de mayo en la Fundación Osde (Suipacha 658, primer piso)- permite recorrer los imaginarios de los artistas locales sobre el apasionante tema del futuro y cómo esta categoría temporal fue variando sus características. Mientras el futuro en 1910 era sinónimo de optimismo e instaba a seguir soñando, a pocos meses del Bicentenario parece ser escasa la capacidad de anticipación.

El curador Rodrigo Alonso agrupó las obras en relación con los conceptos de utopía, progreso y revolución. En 1936, el gran artista Xul Solar imaginó en una pintura una ciudad voladora con globos aerostáticos, debido al crecimiento de la población. En 2006, Marcelo Pombo pintó imágenes flotantes, pero de escombros y manifestaciones.

Una obra de Fabiana Barreda rinde homenaje al arquitecto Amancio Williams, quien buscaba transformar la vida y el destino de los hombres con sus proyectos. La utopía se encuentra también en los cuadros de Raquel Forner de astroseres y travesías intergalácticas.

La idea de progreso lleva a la era industrial. El cuadro Agua y energía (2002), de Daniel Santoro, se sirve de la imaginería del primer peronismo, mientras que la idea de progreso de los años 30 se observa en el trabajo fotográfico de Esteban Pastorino, que rescata la obra del arquitecto Francisco Salamone.

La revolución siempre buscó modificar un estado de cosas con miras a un futuro distinto. En la obra de Luis Felipe Noé ¿A dónde vamos? (1964), la idea de ruptura se da en el nivel formal de la obra, que se extiende más allá de los límites convencionales del marco. Elocuente en el contexto de pensar la revolución es una reproducción documental de la historieta El Eternauta .

Resultan reveladores, también, los hábitats de Luis Benedit, la papa como elemento transformador de Víctor Grippo, los universos ideales y pequeños de Sebastián Gordín, las manifestaciones sociales de Graciela Sacco, además de obras de Jorge de la Vega, Jorge Macchi, Daniel Ontiveros, Leonel Luna, Mariano Sardón, Lux Lindner y otros artistas.

El futuro no se piensa en la actualidad en relación con grandes proyectos sociales, sino en el nivel de la comunidad. De esta nueva y humana escala dan cuenta el proyecto Tramando , del diseñador Martín Churba, que hoy busca recuperar la labor de campesinos y aborígenes; Eloísa Cartonera, que reúne el trabajo de cartoneros con la literatura, y la Fundación ph15, que enseña fotografía a chicos como medio para su integración social.

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